El tirano es el más esclavo de los hombresy nunca alcanza a ver colmados sus deseosAverroes
El mundo no puede permitirse acumular más conflictos violentos, ni más pobreza. El límite de sufrimiento del ser humano está llegando a su límite y junto al ser humano, el planeta que habitamos y compartimos en un mundo cada vez más globalizado en lo económico, pero menos solidario en lo social, en una actitud que cierra las puertas al futuro colectivo.
El mundo se ha parado con la pandemia del Covid-19. Nos manda un mensaje claro de globalidad social como especie. Somos una única especie, a la que nos ataca por igual, somos igual de frágiles. Por tanto, sólo con la colaboración de todos por igual, podremos salir hacia delante. Es un momento para la reflexión sobre qué somos, dónde estamos, pero, sobre todo, hacia donde queremos ir.
Necesitamos un mundo nuevo. Creímos que la pandemia global del Covid-19 sería el detonante del cambio, pero por desgracia comprobamos que los grandes intereses nacionales no cambian, y lejos de cambiar el rumbo de sus políticas, se esfuerzan en continuar por el camino contrario al que nos indica la razón. Una muestra, resultado de esta situación es lo que está sucediendo en el Mediterráneo oriental, donde lejos de ver con optimismo un futuro cercano de resolución pacífica de los problemas, lo que comprobamos con verdadero, pavor es cómo se recrudecen y amplían los conflictos armados y sus trágicas consecuencias.
Los problemas de Libia, Siria, Líbano, Palestina, se agravan ahora con una nueva subida de la tensión entre Turquía y Grecia. Ese cúmulo de circunstancias convierten al Mediterráneo oriental en un fuego al que no paran de arrojar más y más combustible, con el riesgo evidente de caminar hacia un conflicto global en la zona, que además pueda extenderse por el Mediterráneo más occidental, y por efecto contagio, incrementar el ya grave problema del Sahel. Se esta creando un escenario de conflicto armado de incalculables consecuencias, para un mundo ya asolado por la pandemia.
Ello nos exige tomar parte activa en el área como contrapeso de paz ante tanto conflicto. Las organizaciones internacionales que buscamos la resolución de los problemas por vías pacíficas, debemos posicionarnos en primera línea del conflicto de forma clara y decidida, poner en el centro lo que consideramos el valor más importante, que no es otro que las personas. Reconducir el conflicto hacia la paz, tolerancia, concordia y justicia social, en contra de los intereses de unos pocos.
Ante el estancamiento de todos los intentos de pacificación realizados hasta la fecha, y el grave riesgo de extensión de conflicto por todo el Mediterráneo y el Sahel, consideramos que es necesario un radical giro de la actual situación. Por ello pedimos: una inmediata tregua a todas las partes en el conflicto de Libia, y una drástica bajada de la tensión de los conflictos abiertos en el área. Pedir a Turquía y Grecia que, de modo inmediato bajen la tensión y pongan las bases necesarias para una resolución pacífica al problema territorial, y del mismo modo, pedir a Israel que renuncie a cualquier acción sobre Palestina para no incrementar la actual elevada tensión en el área.
Abrir una mesa de diálogo y pacificación global para buscar la estabilidad política, social y económica en toda el área del Mediterráneo bajo los auspicios de Fundaciones y Organizaciones independientes y neutrales por la Paz, en la que se sienten, sin ningunas líneas rojas predeterminadas, todas las partes implicadas en los diversos conflictos, sin menoscabo de las mesas de diálogo territoriales necesarias para cada uno de los ellos. El objetivo final no es sólo la solución de un conflicto determinado, sino la pacificación y estabilización de toda el área Mediterránea.
Permitir la inmediata apertura de pasillos de ayuda humanitaria a la población civil y campamentos de refugiados, verdaderas victimas inocentes de los conflictos, que se encuentran al límite de la capacidad de sufrimiento. Animar a todas las organizaciones especializadas en ayuda alimentaria, médica, educativas e infraestructuras a reforzar al máximo de lo posible los esfuerzos que realizan. Para ello es necesario que los Gobiernos de los países Mediterráneos y la Unión Europea incrementen al máximo las aportaciones económicas para la ayuda humanitaria.
El esfuerzo que se necesita es grande, y requiere la voluntad de la unidad de muchos. Estamos obligados, por tanto, a realizar un llamamiento global a todas las Fundaciones y Organizaciones internacionales por la Paz, a tomar una postura en común en cuanto a los conflictos abiertos en el área, y asumir las responsabilidades que, como tales, nuestras respectivas fundaciones.
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